sábado, 30 de julio de 2011

Adios pesimismo, adios.

“Uno puede defenderse de los ataques; contra el elogio se está indefenso”  

Participando en un curso de risoterapia, en el que tras cuatro durísimos pero divertidos días conseguí mi ansiado titulo de “terapeuta de la risa” me di cuenta de esa gran verdad.

Vivimos en un mundo cruel. Los medios de comunicación nos lo recuerdan día a día, con imágenes (a veces sobradamente explícitas) de las catástrofes, ruinas y penurias de nuestra era. No hay conversación en la que no se nombren las palabras: crisis, paro, ere, Zapatero, dimisión, etc.… No quiero extenderme demasiado recordando aquellas cosas que, desgraciadamente, parecen ser lo único que nos une con nuestros semejantes en la actualidad.

Vivimos tan acostumbrados al pesimismo que nos parece lo normal, y cuando algo se sale de lo normal… ya sabemos lo que pasa, nos desorienta, no lo entendemos, y a veces, lo criticamos.

-Hola ¿qué tal? ¿Cómo te va todo?
-La verdad es que bien, me va todo bien, tengo una familia maravillosa, y vamos tirando como podemos, poquito a poco, pero felices.

-Hola, ¿qué tal? ¿Cómo te va todo?
-Bueno… pues ahí voy… ya sabes… con esto de la crisis… estos cabrones de los gobernantes llenándose los bolsillos… bla bla bla… pero bueno… bien…

Aunque nos cueste creerlo, lo más normal es la segunda conversación ejemplo, ya sea porque pensamos de ese modo o tal vez porque creemos que no está bien mostrar al otro lo bien que estamos, nos parece una actitud de superioridad, algo negativo, pero joder… ¡si estamos bien estamos bien! Y a veces de tanto decir que no estamos tan bien… nos lo acabamos creyendo, y los pensamientos positivos se van esfumando, y nos cuesta… HALAGARNOS A NOSOTROS MISMOS, y por supuesto, (por eso puse la frase al principio) recibir halagos de los demás.

Vuelvo a los ejemplos:

-Has hecho un trabajo malísimo, cada día te esfuerzas menos.
-Joder que quieres, es que vivo estresado/a… duermo mal… (Nos es fácil asumir esa “crítica”, y nos defendemos también muy fácilmente)

-Has hecho un trabajo muy bueno, se nota que te has esforzado muchísimo.
-Gracias… Bueno, tampoco ha sido para tanto… (Nos acaban de elogiar…y en seguida le quitamos importancia, cuando realmente si que nos hemos esforzado una barbaridad)

Son ejemplos y no siempre es así, pero esto pasa, y muy a menudo…

Lo único que deseo es, que después de haber leído este post, la próxima vez que os digan cosas como la del ejemplo anterior podáis decir:
-“Muchas gracias, la verdad es que lo mío me ha costado y muy orgulloso estoy de haberlo conseguido”
“Una persona debería tener la misma facilidad para contarse a sí mismo y a los demás lo malo y lo bueno que le pasa en la vida.”

La clave está en apreciar lo que hacemos, lo que somos, y ser muy conscientes de ello.
Aceptar lo que hacemos bien con la misma entereza con la que enfrentamos lo que hacemos mal.

Imaginad por un momento que un día la gente se contara solamente lo bueno que le ha pasado a lo largo de la jornada…